El “niño o niña interior” es un constructo psicológico que reúne las experiencias, emociones y recuerdos de nuestra infancia, tanto positivos como traumáticos. Fue popularizado originalmente por Carl Jung y profundizado por terapeutas como John Bradshaw, y se considera clave para entender comportamientos y reacciones adultas (trauma, abandono, inseguridad) desde su raíz.

Al ignorar a nuestra niña o niño interior, según estas teorías, mantenemos patrones de autocastigo, baja autoestima y dificultades emocionales no resueltas; sanarlo facilita la regulación emocional, mejora la autenticidad y refuerza la autoestima.

Beneficios de sanar al niño o niña interior

  1. Mayor regulación emocional: Aprender a identificar y validar emociones profundas reduce reacciones desproporcionadas ante críticas o estrés.
  2. Autoestima fortalecida: Atender las carencias afectivas del pasado incrementa el amor propio y la sensación de seguridad interna.
  3. Relaciones más sanas: Al sanar heridas de abandono o rechazo, mejoramos la forma en que nos vinculamos con otros y evitamos patrones de dependencia o autosabotaje.

Ejercicios y técnicas prácticas

1. Reconocimiento y diálogo interno

  • Reconoce tus emociones: Cada vez que sientas tristeza, miedo o ira, detente y pregúntate: “¿Qué necesita mi niña o niño interior en este momento?”.
  • Escucha activa: En silencio, permite que surjan sensaciones no atendidas de la infancia (abandono, inseguridad) y dale espacio a ese niño para expresarse.

2. Visualización y caricia imaginaria

  • Ejercicio de la habitación: Visualiza tu cuarto de niño/a (muebles, colores, juguetes). Luego imagina entrar tú, ahora adulto/a, y encontrar al niño cabizbajo. Acércate, abrázalo y ofrécele palabras de consuelo y protección.
  • Caricias y juego: Acaricia simbólicamente a tu niño interior y despierta su espontaneidad jugando con él en tu imaginación, tal como deseabas de pequeño/a.

3. El ejercicio del espejo

  • Frente a un espejo, mírate y proyecta en el reflejo tu propia imagen infantil. Transmítele mensajes de orgullo, amor y aceptación: “Estoy orgulloso/a de ti”, “Te cuidaré siempre”.

4. Escritura de cartas y journaling

  • Carta al niño interior: Escribe una carta desde tu yo adulto a tu yo de infancia, validando sus emociones y prometiéndole apoyo incondicional.
  • Journaling desde el niño: Escribe en primera persona como tu niño interior, describiendo miedos, deseos y preguntas. Esta técnica revela patrones emocionales y necesidad de reparenting. Nunca descartes el poder de la escritura ni del diario.

5. Meditación y mindfulness

  • Meditación guiada: Dedica 10 minutos diarios a visualizar a tu niño interior en un espacio seguro, respirando juntos y enviándole sensaciones de calma.
  • Mindfulness de compasión: Cuando surja una emoción intensa, siéntala sin juzgarla y repite internamente frases de amor y cuidado hacia ese niño vulnerable.

6. La magia de la sorpresa y la creatividad

  • Retoma la curiosidad infantil: hazte preguntas absurdas sobre lo cotidiano (“¿Por qué las nubes no son de algodón?”) y responde con la lógica libre de un niño, estimulando la creatividad y el asombro.

Sanar al niño o niña interior no es una actividad de un solo fin de semana, sino un viaje continuo de autodescubrimiento y compasión. Al reconocer nuestras heridas y darles el espacio que requieren, reforzamos nuestra resiliencia, mejoramos nuestra autoestima y construimos relaciones más auténticas.

Empieza hoy: escucha a tu niña o niño interior, háblale con cariño y permítele ser parte de tu vida adulta. ¡Tu yo más auténtico te lo agradecerá!

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